martes, 30 de septiembre de 2008

Cadaver Exquisito

Ejercicio propuesto en la primera sesion de la clase de juego y arte sobre algunas preguntas con respecto al espacio de la Universidad y algunas sensaciones e impresiones personales desde nuestro propio vivir.



EL LIBRO; NACE, SE REPRODUCE, SE VENDE Y SE OLVIDA

Johnny Alberto cano Corrales



No diré con exactitud, ni mucho menos con certeza, cual es ese lugar donde los libros tienen y sufren un tratamiento especial, para posteriormente llegar a nuestras manos y ser devorados por nuestros ojos, alimentando así nuestros espíritu; tampoco bosquejare un mapa geográfico de la ubicación de los libros destinados a la venta, al préstamo o al olvido, de los habitantes de la universidad de Antioquia. Diré entonces que toda universidad que tenga como misión no sólo “formar” personas profesionales en la investigación de la ciencia y las artes, sino también el difundir el conocimiento científico, artístico y literario, posee una imprenta, grandes maquinas de ruidos estruendosos casi como el sonido repetitivo de un enorme animal que seduce en el tiempo y el aire a otro animal quizá mayor, allí nacen como nacen los hombres, los libros; libros de múltiples aromas, sabores, colores idiomas y nacionalidades, libros con personalidad, con una historia que contar o con mucho por enseñar.


En el interior de la universidad nos encontramos de igual manera con su corazón, por decirlo así, un edificio situado por casualidad o por necedad humana casi que en el centro del campus, la biblioteca; edificio que no significa nada sin los seres diversos que lo habitan las veinticuatro horas del día, los doce meses de año y los trecientos sesenta y cinco días que este tiene, los libros que en su vejez, en sus harapientas presentaciones llenan de vida, significado y tal vez le proveen un alma a este edificio. Ellos llegan allí sin saber cual será su futuro, nacen, se reproducen y se venden; algunos de ellos llegan a las bibliotecas donde son amados por mucho, rayados por otros, disfrutados por otros tantos, extraviados por mentes descuidadas o porque un azar del destino quiso que los extraviaran, e incluso donde el amante asiduo en un descuido de algún guardián de la biblioteca lo roba para amarlo en la soledad de sus casas.


Son lugares estratégicos, básicamente tres que podemos encontrar en la universidad que tengan una estrecha relación con el libro, ya conocemos la imprenta y la biblioteca, pero nos falta uno, no menos importante en el interior de ella, las librerías, donde llegan los libros nacidos de otras imprentas, de otras regiones, y países, donde el amor al libro adquiere ya un poder monetario que respalde las ganas adquisitivas para llevar a estas creaciones humanas a posarse no solo en la biblioteca de carácter institucional sino en la propia, en la casa, en el barrio, junto a aquellos que no tienen acceso al campus universitario. Sólo basta una mesa una silla para posar allí los libros que se desean vender y en la universidad se cuenta no sólo con una, ni dos sino con muchas librerías, algunas mas grandes y conocidas como las ubicadas en cuatro paredes que hacen parte del esqueleto universitario, otras que como se menciono antes están sobre alguna mesa al calor de un tinto, vecinos los libros de algún ventorrillo de minutos, porque hoy día el tiempo se vende y se compra, al lado de una chacita de dulces, cigarritos y demás.


Realicemos una estadística silvestre sin datos exactos y sin información precisa, casi que una hipótesis sobre los otros lugares donde es posible que encontremos mas libros en ciudad universitaria, así: es decir por cada faculta existen aproximadamente entre diez y quince oficinas y abran unas 10 a 11 facultades, no se con exactitud, digamos que por cada oficina existen a lo sumo de diez a veinte libros de los cuales son sólo usados de tres a cuatro como mucho, los otros son sólo un aderezo mas de las oficinas, estos libros que no son usados pueden pasar a la lista de los libros olvidados por el hombre en algún espacio universitario, esta bien son muchos los lugares en los que los libros son olvidados, algunos por temporadas cortas mientras que otros, pueden pasar años para ser vistos, en las bibliotecas existen estanterías llenas de libros que son sólo tocados por aquellos que limpian el polvo, pero ni sus títulos son leídos, en las oficinas solo recordamos aquellos textos que son materia guía para algún curso, en las librería pueden pasar desapercibidos una infinidad de libros que según los libreros son de poca rotación, e inmediatamente son instalados en las canastas de grandes descuentos, donde sus hojas se tornan amarillas y con cierto grado de deterioro, hasta que algún valiente, rescata sólo al ejemplar que cree conveniente para algún trabajo pendiente o por curiosidad, sin hablar de aquellos libros que por descuido del librero desornado son ubicados en el lugar donde nunca será encontrados.


Nuevamente miremos, el libro nace, se reproduce, se vende y se olvida, se olvida en un baño, en una cafetería donde se toman el café o la aromática en medio de una conversación un tanto trascendental, donde el afán es mas certero que el cuadrado cuerpo del libro y hace que se olvide en medio de cubos de azúcar, mesas sucias o asientos fríos, olvidamos los libros en el interior de un locker donde son recuperados, sólo cuando nos piden desalojar dicho armario, debajo una mesa, en un salón de clases, en las jardineras cómplices de amores, treguas y guerras, en el aeropuerto mientras se busca llegar a un plano astral superior, en las mangas mientras se juega ha hacer el amor táctil entre cuerpos cubiertos, bajo la oscuridad y la soledad cómplice del campus universitario.

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